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En el lio de ser madre.

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PASA LA VIDA

Pasa la vida, los días, las semanas, los meses…

Pasan los biberones, las papillas, los purés, los sólidos…

Pasa de gatas a caminar, a correr…

Pasa de balbucear a sus primeras palabras…

Ella crece, y pasan las horas…

Pasa de Infantil a primaria, de jugar a sus primeros deberes…

Pasa de reconocer letras a leer, de los cinco a los seis..

Él crece, y pasan las horas…

Pasan las horas, el trabajo, la lavadores se suceden, pasan jornadas de trabajo, excursiones, vacaciones, días no lectivos…

Pasan cumpleaños, bodas, y bautizos…pasan tantas cosas…y yo no consigo un tiempo para sentarme, y contar todo lo que pasa…

Retomar el blog, poner todo en orden, y recuperar un ritmo estable…

Pasa la vida, y yo paso con ella, con sus risas, sus llantos, sus confidencias, sus trampas y sus sorpresas…

Pasa la vida, y lo importante, es pasar con ella, con ellos, el mejor tiempo posible, saborear los momentos, y el resto ya llegará…o pasará…

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Entre dos tierras

“Entre dos tierras estás
y no dejas aire que respirar
entre dos tierras estás
y no dejas aire que respirar”

Entre dos tierras estoy, y no tengo aire que respirar….

Así me siento últimamente entre Tenedor y cucharita…Siento que ambos reclaman su tiempo, su espacio, y no llego a ninguno de los dos.

Mientras Cucharita llora, para que la coja en brazos, Tenedor se revela, se enfada, y hace todo lo contrario a lo que le pedimos, para llamar nuestra atención… Noto, que no puede controlar sus celos, y eso le lleva a perder el control, a desafiarnos constantemente, en una batalla contra su hermana, sin tan siquiera, él saber de dónde le viene tanta irá, tanta rabia…

Algo en él está cambiando, y no puedo evitarlo…

Su comportamiento se modifica, su personalidad se desdibuja, y a mi, me consume la impotencia de no saber cómo ayudarle a gestionar sus sentimientos, a qué comprenda que sigue siendo importante, que le seguimos queriendo como antes, solo que ahora somos uno más.

Y mientras, yo, me estoy convirtiendo en la madre que nunca quise ser, mi paciencia brilla por su ausencia, me siento perdida y desbordada. Y todos mis propósitos se pierden en el intento.

Me queda la esperanza de que sea una etapa, de que Tenedor, encuentre su nuevo sitio, aprenda a canalizar lo que siente, acepte a su hermana como una igual, y no una rival.

Que entienda que nuestro amor, es incondicional, y que sigue siendo importante en nuestras vidas, y volver a respirar armonía en el hogar.
Estoy tan agotada, que me falta tiempo para todo, incluido el blog, estoy dando vueltas a cerrar también esta parte…

Época de turbulencias, confiando en un buen aterrizaje….

DOCE MESES

Doce meses, esos son los meses que ya han pasado. Hace doce meses me desperté y noté que algo raro me ocurría, era tu momento, me avisabas que ya era la hora, y así fue, a las 18.30H de un miércoles 5 de febrero, te tuve por primera vez entre mis brazos.

Pequeña, delicada, frágil y algo amarilla, llegaste a este mundo, para convertirte en la muñeca de la casa.

Doce meses, que me han pasado tan rápido, que no sé si te he disfrutado lo suficiente, si has recibido los besos, abrazos y mimos que necesitabas, si la atención ha sido la merecida.

Doce meses, buscando un orden y un equilibrio que no llega, la “bimaternidad”, se hace más complicada de lo esperado.

Doce meses, en los que no me canso de contemplar tus ojos negros, tus pequeñas manos, en los que nos has regalado un sinfín de sonrisas.

Doce meses, sin apenas dormir, sin ver la televisión, meses, de pañales cambiados, de descubrir el mundo del biberón, de la vuelta a los purés, de los ajustes de horarios, de juguetes por todos lados, de cansancio acumulado, proporcional a la alegría que tu presencia nos proporciona.

Un año, un año a tu lado, te has ganado tu sitio en nuestro hogar, nos enamoras con el brillo de tu mirada, nos has demostrado que el amor no se divide entre hermanos, sino que se extiende, y aumenta y aunque a Tenedor le cueste no ser el protagonista de la casa, te adora, como todos nosotros.

Felicidades mi pequeña, gracias por ser tan bonita, tan tierna, tan divertida, tan alocada, tan espontánea, gracias, por darnos la oportunidad de volver a sentir la ternura de un bebé, la aventura de volver a empezar, la emoción de crecer juntos…gracias por tanto amor.

Un parásito llamado…

Al principio era casi imperceptible, apenas notaba nada, tal vez, una extraña sensación, sin saber identificar cuál era el origen.

Poco a poco ha ido creciendo, tomando forma, ganando terreno. Ha sido lento pero constante, sigilosamente ha echado raíces.

Y cuando he sido consciente de su presencia, ya era demasiado tarde, sin dificultad había avanzado, se había instalado. Instalado en mi casa, en mi vida, en mi propio ser.
Se ha hecho con el poder, me maneja a su antojo, marca las pautas, los tiempos, y sin darme cuenta, obedezco a todos sus caprichos.

He perdido el dominio, la capacidad de decisión, es él, quién dictamina, cuándo, cómo y qué, y yo no puedo más que acatar sus órdenes.

Asumir que he perdido la batalla, que le he dejado alojarse en mi hogar, tomar el mando, vagar a su libre albedrío por nuestra casa, sin oponer resistencia.

Tengo que admitir, que el descontrol se ha apoderado de mi existencia, de mi humilde morada, de mí día a día, y en vano lucho contra él, porque es más fuerte, más preparado, más perseverante que yo.

Aún así, me resisto a conformarme, sé que en algún momento, cuando baje la guardia, cuando se haya confiado en exceso, yo respiraré hondo, me armaré de valor, lo retaré y volveré a asumir las riendas de mi conducta.

Seré yo quien vuelva a marcar las pautas, los ritmos. Seré yo quien tome las decisiones, quien elija, quien mande.

Algún día, de algún mes, de un año indefinido, el control volverá a reinar, y el caos en el que me veo envuelta se disipará, y dará paso a una etapa de orden, sosiego y armonía…

Algún día, mientras tanto, bailaré al son del descontrol, intentado sobrevivir en el intento de seguir sus pasos.

Un lustro pasa volando

Un lustro pasa volando, eso pensé mientras veía a Tenedor soplando su vela de sus cinco añazos.

Qué mayores se hacen ellos, que viejos nosotros…

La vida pasa, y pasa rápido, a menudo demasiado, en ocasiones tanto, que no somos ni conscientes de ello…no, hasta que te paras, echas la vista atrás y ves todo lo que ha quedado en el camino…

Vamos a una velocidad de vértigo, y tengo la amarga sensación, de que no saboreamos las pequeñas cosas del día al día, y por supuesto no dedicamos el tiempo suficiente a nuestros hijos, ni a nosotros mismos, ni a nuestras parejas, amigos…vamos, que no tenemos tiempo de calidad para vivir…vivir la vida…

Mi bebé, ya es un niño, ya no cabe en mi regazo, no necesita mi mano para caminar, piensa por sí mismo, habla con soltura, tiene su propia opinión de las cosas, corre, salta, hasta ha aprendido a leer y escribir, va y viene …es independiente…

Y sin embargo, para mí, sigue siendo mi pequeño, aunque sé que se hace mayor, con todo lo que ello conlleva.

Han sido cinco años, cinco años intensos, lleno de emociones, de risas y alguna lágrima, de errores y aciertos, de dudas, de aprender a ser madre…

Cinco años únicos, irrepetibles, cinco años descubriendo mis limitaciones, mi aguante, mis debilidades y mi capacidad de superación.

Cinco años a su lado, disfrutando de sus ojos negros, de sus tiernas manos, de su compañía, cinco años de una nueva vida, esa, que cambia en el mismo instante en que tienes a tu hijo por primera vez en tus brazos…

Gracias mi pequeño, por estos cinco años, gracias por estar ahí, por ser como eres, por darlo todo, por perdonar mis fallos, porque aunque me enfade, al instante me perdonas, porque con una sonrisa tuya borras mi cansancio, porque tus abrazos son mi mayor vitamina, gracias por llenar mi vida.

Te queremos.

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( Nos tranformamos en Gormitis, para su fiesta de cumpleaños)

Una carta certificada

A todos nos hace ilusión, cuando suena el portero, y preguntamos: “¿Quién es?”, y contestan: “el cartero”.

Nos embarga la emoción pensando, ¿qué traerá? y ¿quién se ha acordado de mí? , pero cuando abres la puerta, y te dice: “Carta certificada”….te cambia el semblante por completo, el mal rollo se apodera de ti en apenas un segundo…carta certificada, es sinónimo casi al 99% de marrón asegurado, no sabes qué será, ni por donde te va a caer, pero tienes claro que no te va a gustar.

Así que con el pulso tembloroso, e intentando disimular, firmas y te despides del cartero.

Ya a solas, miras la carta, decidiendo si quieres leerla después o antes del desayuno, que es mejor que te revuelva el café, o que te haga un nudo y ya no desayunes….

Ya de perdidos al río, y la abres: “Excelentísimo Ayuntamiento”, empezamos mal, de un Ayuntamiento, seguro que no es una felicitación, ya hueles a que te van a pedir dinero.

Y efectivamente, vas leyendo, y he aquí una multa…esto puede ser hasta normal, no tanto, si la multa es de la Ciudad de Sevilla, y una, no ha tiene el placer de conocer dicho lugar.
Desde luego, tiene un color especial, y unos policías, muy acertados apuntando los números de matrícula, que según ellos, el mío se encontraba mal estacionado un 2 de julio…

Suerte que ese día, fue el fatídico momento de incorporación al trabajo, después de mi baja maternal, y que puedo demostar que mi vehículo y yo, nos encontrábamos a kilómetros de distancia de dicha infracción…ahora toca recurrir, y perder mi tiempo y mi dinero en reclamar, y esperar, por supuesto, que se acepte.

Esto me hace pensar, que si llego a estar de baja, y no puedo probar que mi coche no estaba en Sevilla, se queda una bastante indefensa, y con cara de tonta durante meses, por tener que pagar una multa que no es tuya.

En fin, esperando que el Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla, rectifique, que errores tenemos todos, y mientras se corrija, solo quedará en una mala digestión.

Eso sí, si me decido a ir a conocerla, procuraré aparcar correctamente en sus calles.

No soy una experta.

Es así, no soy una experta, no formo parte de ningún gabinete de crisis, no tengo un trabajo, en el que mis decisiones afecten a millones de personas, no cobro un sueldo y un sobre sueldo, por mentir, manipular y jugar a que no me pillen.

No dispongo de tarjetas opacas, bueno, eso, según se mire, porque las mías, se ponen negras, al llegar a final de mes.
No conduzco Ferraris, ni me gasto un sueldo en confeti.

No entiendo de medicina, ni creo protocolos, pero cómo ciudadana de este país, desde mi humilde posición, opino que esto, es vergonzoso.
Qué el tema del Ébola, aunque repetitivo, no deja de ser inquietante, y no sólo, por una posible propagación, sino, porque deja en evidencia, la incompetencia de aquellos, que toman decisiones, que parecen improvisadas y al azar, a un “ a ver qué pasa”…y claro, no pasa nada, hasta que pasa, no muere nadie, hasta que fallece una persona, no ocurre una tragedia hasta que sucede, y no hay una epidemia, hasta que se pierde el control…

Y no me inspira ninguna confianza, la actuación hasta el momento de los órganos competentes, que da la sensación de estar falta de rigor, y lejos de depurar responsabilidades, le echamos la culpa a la enfermera, que puede que cometiera un error, pero no fue el único, sino uno, de muchos que todos vemos.

Parece que es mejor escoger a alguien como cabeza de turco e intentar desviar la atención, para que no miremos, a los que ordenan y mandan, y fallan … y siguen ahí a pesar de todo.
Y no me tomo por un ser alarmista, pero diré, que todo esto me infunde respeto, y si estos dirigentes son capaces de hacer algo bien, este es el momento, y sino, que se vayan a gestionar el protocolo de su colada, y den paso a otros.

No pretendo políticos que no se equivoquen, todos somos humanos, pretendo políticos que asuman fallos y actúen en consecuencia.

¡Qué pereza!

Hay cosas que me dan pereza, es la cruda realidad, y no me refiero a cosas, que impliquen un gran esfuerzo físico o mental, sino más bien, a pequeñas acciones de la vida cotidiana, que de una forma absurda, retraso o evito, aunque sepa, que finalmente, no tendré más remedio que proceder a su ejecución.
Es como si una parte de mí, rechazara su existencia, las ignorara, esperando que por ciencia infusa, aparezcan hechas.
Normalmente, no suelo darle importancia, pero es cierto, que desde que Cucharita nació, me he percatado, que me cuestan todavía más.
He aquí, mi top ten de perezas caseras, están puestas por orden de ocurrencia, aunque haya algunas, más tediosas que otras:
1. Vaciar el cubo de agua después de fregar. Lo sé, suena hasta estúpido, pero reconozco que en ocasiones, han pasado horas, hasta que me he enfrentado a ello.
2. Emparejar los calcetines. Ya el hecho de la colada en sí, me parece bastante aburrido, y lo de juntar los calcetines aún más, sobre todo, los ejecutivos del miso color, que aunque parezcan iguales, NO LO SON.
3. Rellenar los botes. Tanto me vale el azucarero, la aceitera, la jarra del agua. Si, vale, estos son muchas a la vez, pero es que lo de rellenar, es un cansancio.
4. Vaciar el lavavajillas. Sólo diré, que en muchas ocasiones, prefiero fregar por no tener que hacerlo.
5. Deshacer las maletas. Prepararlas ya me supone un esfuerzo, pero llegar a casa y poner lavadoras, y colocar todo en su sitio, me supera.
6. Colocar una bolsa nueva de basura en el cubo. ¿Raro, eh?, pues prefiero bajar la basura que cambiar la bolsa.
7. Pelar el marisco. Es un básico en fechas señaladas, pero yo puedo pasar sin comerlo. Prefiero un jamón de bellota, no obstante si algún buen samaritano, me lo ofrece ya preparado, puede que hasta lo acepte, pero no me veréis pelarlo.
8. Separar las latas del plástico que las une. Lo admito, alguna vez, las he puesto en la nevera, así con todo, y me consta, que no queda bien, al final, acabo quitándolo.
9. Untar las tostadas con mantequilla. Y lo que me gustan, uno de mis desayunos favoritos, pero la pereza que me da, no tengo ese problema con la mermelada, así de extraño.
10. Poner la funda nórdica. La pelea que tengo con el nórdico cada vez que toca cambio, me agota.
Y ahora, sobre todo, me da pereza dejar a mi pequeña en la guardería, solo tardo unos minutos, y ni eso, pero me pesa durante toda la jornada laboral…es verdad, está fuera de las top ten, pero es sin duda, la que más me cuesta.

¿ Es necesario llorar en el cine?

He aquí un post en forma de reflexión, tal vez algo vana, un pensamiento que me ronda en la cabeza, nada profundo, uno de esos que decides expresar un viernes cualquiera, después de una noche sin dormir pasando mucho calor….
Y digo yo, ¿es necesario que en muchas películas infantiles, deba morir algún progenitor del protagonista para potenciar la superación personal?
Ya, así dicho, suena una pregunta un poco extraña…a cuento de nada…pero todo viene desencadenado, porque he llevado a Tenedor a ver : “Dragones 2”…ni que decir que la primera nos encantó, el guión, el mensaje, su protagonista , ese vikingo tan atípico capaz de cambiar las cosas, y como no “desdentado”, un dragón negro, que todos querríamos tener como mascota…con todas estas premisas a favor, allá nos fuimos…
Todo iba bien, hasta que en un punto de la película…( si tienes intención de verla, no sigas leyendo, porque voy a contar lo que pasa….)Hipo encuentra a su madre después de 20 años, y cuando decide volver a su hogar junto a su hijo y su marido, en ese momento de felicidad, los guionistas van y matan a “Estoico”, el padre y jefe vikingo…en ese momento la sala se llena de llantos, de quejas de niños, incluido el mío, que se sentó en mi regazo llorando, y le duró casi hasta el final…hasta a mí, se me escaparan unas lágrimas ( eso, no se debe tener muy en cuenta, lloro a menudo, falta de sueño, hormonas descontroladas…)
Vamos, que fuimos a pasar un buen rato, y se llevó un gran disgusto…me gustaría pensar, que hay otras formas de que los niños aprendan, que se les de una lección de superación personal, de encontrar la fuerza interior, que no sea siempre tras la muerte de un ser querido.
Porque, larga es la lista de películas en las que esto ocurre, empezando por: Bambi, La Cenicienta, el Rey León….incluso en las de princesas como Frozen , por nombrar algunas…
En fin, avisé que era una simple reflexión, y dicho esto, me voy a sumergir en mi jornada laboral, tengan ustedes un buen fin de semana…y si deciden ir al cine…la película no está mal…aunque me quedo con la primera.

Mamá: ¡dame un biberón!

Seguro que los expertos tienen una explicación, que hay estudios al respecto, que me podrían enumerar las causas de ello, pero al final, el resultado sería el mismo: cucharita prefiere el biberón.

Y ahora, me podrían decir, que no se engancha, que no tengo leche, y otras muchas opciones…pero nada de eso es cierto….Yo sigo igual, pero ella, desde que tuvo que comer en biberón, por mi incorporación al trabajo, y por la entrada prematura en su dieta de los cereales, para mejorar su reflujo, paulatinamente, se ha ido inclinando por el bibi, sobre todo en tomas diurnas…

Poco a poco, ha ido rechazando el pecho, hasta que esta madrugada, de forma categórica e inesperada, se ha negado a tomar la toma nocturna, ha llorado, renegado , pegado manotazos al pecho, echándose hacia atrás, hasta que me he levantado a darle un biberón…

Aunque pueda sonar prepotente, no es mi primer hijo, sé lo que es una lactancia, lo que es dar el pecho.
Tenedor se negó al biberón, esperaba estoicamente sin comer, hasta que llegaba del trabajo, y entonces se abalanzaba sobre mí, hasta quedar saciado, y dormía plácidamente. Fue así hasta los diez meses aproximadamente.

Cucharita, nunca ha disfrutada del momento de la comida, y ahora, está dejando claro que prefiere comer en biberón. No sé si por el reflujo o por otras causas, pero la lactancia ha sido poco o nada satisfactoria para ambas.

Y en esta tesitura, puedo elegir entre ponerme todo tipo de carteles de culpabilidad, frustraciones, tristeza, y semejantes, o aceptar la situación, y comprender que todo niño pasa por el proceso del destete antes o después…y a mí, me ha tocado en esta ocasión, antes…puede, que demasiado antes…

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