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En el lio de ser madre.

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¿ Gestionando hijos?

El jueves tuve la suerte de asistir y digo suerte, porque realmente me pareció muy instructiva, a la jornada de «Gestionando Hijos».

Si lo de «gestionando», quizás suene raro, de hecho no a todos los ponentes les gustaba el título, el debate de si los hijos se gestionan o no, quedó abierto.

Pero dejando al margen la elección del verbo, en lo que todos estamos de acuerdo, es que a los hijos, hay que educarlos, y esa, es sin duda para mí, la labor más difícil, como madre y como persona.

Los hijos, no vienen con un manual de instrucciones (y no vendría mal), así que no nos queda otra, que esforzarnos y aprender sobre la marcha como ser unos padres competentes
Educar no es fácil, complicado trasmitir valores, marcar límites, crear rutinas, hacer de nuestros hijos personas íntegras.

Me quedó grabado, de una de las ponentes: «que nunca los padres habían estado tan agobiados con la educación de sus hijos y sin embargo, nunca había habido unos hijos con tanto déficits».

Ante este panorama un poco desolador, solo cabe preguntar: ¿qué estamos haciendo mal? ¿Cómo puedo mejorar?
Hacer un resumen de tantas horas, podría ser un poco denso, así que os voy a dejar las ideas de varios ponentes con las que me quedo:

Javier Urra:

«Hay que enseñar a los niños a aburrirse, a la soledad, a manejarse en la incertidumbre y en la duda»

La pregunta debería ser: ¿para quién hemos vivido?, y no ¿para qué?

David Cuadrado:

«Es más fácil construir de nuevo, que desmontar hábitos pasados, eso es lo complicado».

«Ser mejor padres para este mundo y para nuestros hijos»

Eva Bach:

«Madres, padres y profesores remando juntos en la misma dirección, sino no avanzamos»

«No me gusta, no significa no vale»

“Hay que confiar en los profesores y apoyar su labor diaria con nuestros hijos. Restablecer su prestigio como profesión.»

Catherin L´Ecuyer:

«El asombro es el deseo para el conocimiento»

«los multitarea son enamorados de la irrelevancia»

“Hay que respetar sus ritmos, vivir el presente, y respetar las etapas de la infancia»

«El consumismo y la falta de límites mata el asombro. No les dejamos desear las cosas, se las damos antes, abrumamos sus sentidos»

«El misterio es una oportunidad infinita para conocer»

Maria Jesus Álava:

«No podemos sobreproteger a nuestros hijos. El mundo no está para servirlos»

«Debemos deja que se defiendan y desarrollen sus propias habilidades»

Maite Vallet:

“Hay que premiar a los niños por sus esfuerzos, y no solo por los logros»

“Mejor marcar consecuencias que castigos. Ante la misma circunstancia, siempre el mismo efecto. A veces el castigo es desproporcionado al hecho, está marcado por nuestro estado de ánimo. La consecuencia está pactada, el niño sabe de antemano lo que va a pasar si hace o no una cosa, él decide, y es independiente a nuestro humor»

Antonio Tobalina:

“Hay que preparar a nuestros hijos para los peligros de la noche. Tienen que saber a qué se enfrentan, y cuáles son las consecuencias de tomar alcohol y otras sustancias. La calle puede tener grandes consecuencias si no se actúa con cabeza»

Fernando Botella:

“Procura coleccionar momentos con tus hijos, no cosas»

“Hay que dedicar a los niños, el tiempo que se merecen»

“La valentía es una actitud. Seamos valientes, para que las cosas pasen»

» La vida merece la pena vivirla con ilusión, talento, valentía, esfuerzo y entusiasmo»

“La vida es chula».

Y podría seguir y seguir, porque fue una jornada, con ponencias cargadas de contenido, de sabiduría, de interesantes conceptos. Una jornada enriquecedora, constructiva. Una jornada con personas con ganas de «saber más para educar mejor», personas comprometidas. Una jornada que repetiría, de la que me llevo muchos conceptos, que espero poner en práctica.

Ser padres es una gran aventura, una gran responsabilidad, vamos a hacerlo con las mejores herramientas, en el centro, nuestros hijos, que son un fin en sí mismos.

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Un lustro pasa volando

Un lustro pasa volando, eso pensé mientras veía a Tenedor soplando su vela de sus cinco añazos.

Qué mayores se hacen ellos, que viejos nosotros…

La vida pasa, y pasa rápido, a menudo demasiado, en ocasiones tanto, que no somos ni conscientes de ello…no, hasta que te paras, echas la vista atrás y ves todo lo que ha quedado en el camino…

Vamos a una velocidad de vértigo, y tengo la amarga sensación, de que no saboreamos las pequeñas cosas del día al día, y por supuesto no dedicamos el tiempo suficiente a nuestros hijos, ni a nosotros mismos, ni a nuestras parejas, amigos…vamos, que no tenemos tiempo de calidad para vivir…vivir la vida…

Mi bebé, ya es un niño, ya no cabe en mi regazo, no necesita mi mano para caminar, piensa por sí mismo, habla con soltura, tiene su propia opinión de las cosas, corre, salta, hasta ha aprendido a leer y escribir, va y viene …es independiente…

Y sin embargo, para mí, sigue siendo mi pequeño, aunque sé que se hace mayor, con todo lo que ello conlleva.

Han sido cinco años, cinco años intensos, lleno de emociones, de risas y alguna lágrima, de errores y aciertos, de dudas, de aprender a ser madre…

Cinco años únicos, irrepetibles, cinco años descubriendo mis limitaciones, mi aguante, mis debilidades y mi capacidad de superación.

Cinco años a su lado, disfrutando de sus ojos negros, de sus tiernas manos, de su compañía, cinco años de una nueva vida, esa, que cambia en el mismo instante en que tienes a tu hijo por primera vez en tus brazos…

Gracias mi pequeño, por estos cinco años, gracias por estar ahí, por ser como eres, por darlo todo, por perdonar mis fallos, porque aunque me enfade, al instante me perdonas, porque con una sonrisa tuya borras mi cansancio, porque tus abrazos son mi mayor vitamina, gracias por llenar mi vida.

Te queremos.

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( Nos tranformamos en Gormitis, para su fiesta de cumpleaños)

Con los dos en casa….

Si algo estoy aprendiendo, desde que llegó cucharita a nuestras vidas, es que no puedo con todo, y que al menos por el momento,  es difícil llevar el mismo ritmo, que cuando solo estaba Tenedor.

Qué el tiempo es relativo, y que no pasa nada, si se lavan los platos unas horas más tarde, se barre a horas insospechadas, se plancha en algún momento indefinido, se quita el polvo, ¿se quita el polvo?, se ponen lavadoras al libre albedrio, y se duerme…se duerme cuando te dejan…

Que es una etapa en la que debo ser más flexible conmigo misma, que no debo exigirme tanto, y que es mejor, respirar hondo, relajarme e ir haciendo lo que pueda, y sobre todo, disfrutar de la muñeca, mientras la escasa baja por maternidad, me lo permita.

Y sé, que tengo abandonado el blog a su suerte, y que comento poco, leo menos, y eso me molesta, pero, también sé, que será temporal, y volveré al redil.

Que si ser madre, se antojaba complicado, serlo por segunda vez, sube el nivel de dificultad del juego, y que hay que pasar muchas pantallas para superar obstáculos, conseguir mejorar tus capacidades y salir victoriosa de los retos.

Y que cuando todo parece en contra, y ambos lloran a la vez, cuando uno duerme y el otro se despierta, cuando das la toma y el otro patalea para que juegues con él, o simplemente patalea porque sí, cuando una mano sujeta la bebé y la otra acaricia al mayor para que se duerma, cuando tienes que salir de casa, y justo mancha el pañal y el mayor tiene que hacer caca, cuando los dos te necesitan al mismo tiempo, y no sabes dónde acudir primero, cuando todo parece imposible de resolver, solo te queda, parar, confiar en que es posible, y reponer fuerzas con un abrazo y un te quiero de Tenedor, y con la tierna sonrisa que cucharita me regala.

Porque cuando el cansancio me posee, cuando las ojeras se convierten en una parte más de mi rostro, cuando ya no sé si voy o vengo…ellos son mi brújula, mi antídoto para el agotamiento, mis vitaminas para seguir…

Y es cierto que la maternidad, a veces, tiene esas cosas extrañas, y nuestros hijos son al mismo tiempo la enfermedad y la medicina, los que nos llevan hasta la extenuación, y los que nos dan la fuerza necesaria para seguir, los que agotan nuestra paciencia, los que nos llevan hasta el límite, y a la vez, nos proporcionan una felicidad indescriptible, nos hacen querer ser mejor personas y no nos dejan rendirnos…

Así que, si sobrevivo a la adaptación, volveré a estar presente en todas mis facetas, como madre, mujer y persona, a partes iguales, porque eso, es lo que somos…

 

¿Soy una madre implicada?

Al convertirte en  madre, tu relación con el mundo que te rodea, deja de ser la misma.

Hacer cosas habituales, adquieren otra dimensión: ir a comprar al supermercado, tomarte un café en un bar, salir a comer fuera, intentar probarte ropa en una tienda…

Aprendes a sobrevivir, en terrenos  desconocidos: el parque, una piscina de bolas…

Y uno de los más temidos: el colegio. El año pasado, Tenedor empezó a ir a la guardería, y mi implicación fue prácticamente nula. Cuando pidieron voluntarios, para contar a los peques nuestra profesión, la mía no me pareció de interés, y menos para niños de 2 años. Luego pidieron padres,  para ir a contar un cuento y cuando me decidí, ya estaba el cupo lleno.

No me enteré,  cuando organizaron las actividades de las fiestas del colegio, incluso, fui de rebote a alguna de las reuniones, porque no había visto la convocatoria por internet.

Así que este año, me propuse, renacer de mis cenizas,  de mala madre no implicada, y empezar el curso, como una madre entregada a la causa.

No he fallado a ninguna de las reuniones, me apunté a la actividad de cuenta cuentos, Tenedor, ha llevado a clase todo el material solicitado, he cooperado activamente, en su proyecto sobre la prehistoria, y mi última aventura: ser madre voluntaria en la Gymkana organizada por el colegio.

Íbamos todos los padres disfrazados de hormigas, la temática, se deduce:  el hormiguero, como moraleja, que trabajando todos juntos, por pequeños que seamos, podemos conseguir grades cosas, y que todos tenemos algo que aportar.

La gymkana tenía 5 pruebas, con 6 equipos, cada padre, participaba en el día, en el  que lo hace su hijo. Me lo pasé genial, casi mejor que ellos.

No tenía muy claro, cual quería que fuera mi relación con el colegio, no soy de esas madres, pesadas, que siempre quieren estar en todo, siempre las primeras, siempre con algo que decir, siempre las más guays, las más preparadas, las más implicadas…esas que las ves, y se te atragantan, pero si he decidido que quiero estar presente, al menos en los actos más relevantes, creo que es bueno para los niños, notar que sus padres se interesan, y forman parte también,  de ese nuevo mundo,  que están descubriendo: el colegio.

La cara de Tenedor, vale, cualquier esfuerzo, incluido, el de aguantar a las madres perfectas, le hace tanta ilusión, verme allí, participando.

Comprendo,  que en la mayoría de los casos, las actividades se realizan en horarios, en los que estamos trabajando, y si ya es difícil,  conciliar con los horarios normales, más con los extras, pero recomiendo,  que en la medida, de lo que cada una pueda, colaborar y estar  implicadas, con la vida escolar de nuestros hijos.  A mi, me ha resultado muy enriquecedor, y además así,  los observas en su ambiente, con sus compañeros, es una experiencia muy interesante.

Supongo, que es una decisión que hay que tomar: participar, o no participar, y que la respuesta cambiará,  según la situación en la que nos vayamos encontrando.

PD: Por protección de imagen de los peques, no os puedo poner ninguna foto, de mi momento hormiga, pero os dejo una,  de mis antenas, que para mi, fue todo un logro, hacerlas caseras.

 

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Un domingo de Museo.

Las dos últimas semanas antes de las vacaciones, en el cole,  han realizado un trabajo de investigación , sobre la «Prehistoria», ni que decir, que para Tenedor ha sido fascinante, se lo ha pasado en grande, adentrándose aún más, en el mundo de los mamuts, y de los cavernícolas.

Ya había comentado,  con la madre de uno de sus compañeros , que podría estar bien llevarles al Museo de las Ciencias, para que pueden ver más de cerca, todo lo que habían trabajado en el colegio, que por cierto, el resultado final, muy bueno, parte de las clases convertidas en cuevas, con el material recopilado de exposición, todo un trabajo de arqueología a su medida.

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Así que este domingo, tras un despertar  y un desayuno complicado, me vi en la coyuntura,  de elegir entre,  dejar que la rabieta y el mal humor se apoderara de nuestra casa, o salir a que nos diera el aire. El mal tiempo ayudó a decidir que el destino era el Museo de las Ciencias Naturales.

Situado en la Castellana de Madrid, tiene una parte para aparcar con zona verde, creo recordar.

La entrada 6 euros adultos, menores de 4 años gratis, y niños 3 euros. Lo peor,  hay que pagar en efectivo, así que,  no hagáis como yo, que tras veinte minutos de cola, tuve que volver a empezar, por no haber pasado antes por el cajero.

El entusiasmo de Tenedor, se  notó desde que puso los pies en el Museo, quería verlo todo, preguntaba el nombre de todo lo expuesto, (aunque la mayoría lo sabía mejor que yo). No había nada, que no le llamara la atención, cada animal era un signo de exclamación. No le daba tiempo a asimilar, tiraba de mi mano de vitrina en vitrina, preguntando , comentando, queriendo saber.

Hay animales de todos los tamaños y especies. Zona para los mamíferos, aves, insectos, animales acuáticos, reptiles. De manera individual o recreando escenas de la naturaleza. (El pequeño se quedó conmocionado con un Búho que se estaba comiendo un conejo). también en  forma de esqueleto, y muchos metidos en frascos de cristal. Incluso hay una sala llena de cabezas de diferentes animales,(renos, ciervos, búfalos,ect) cocodrilos y serpientes de todas las medidas.

Dejamos para el final , la parte de la prehistoria,  y a sus  queridos y admirados Dinosaurios. La exposición  está en otro edificio, (sirve la misma entrada, la vuelven a pedir, así que,  no hay que perderla)

Sus ojos,  se hicieron más grande si cabe, ante aquellos esqueletos de grandes dimensiones.

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No sé muy bien, pero pudimos estar de hora y media  a dos horas, que se nos pasaron volando, fue sin duda, una gran elección para una salida diferente.

El Museo estaba lleno de niños, de todas las edades y además para los más mayores realizan tallares.  Creo,  que es visita obligada en algún momento, cien por cien recomendable.

Días después Tenedor sigue hablando de  los animales, los huesos, los cavernícolas, los esqueletos, y los fósiles, y los llama a todos  por su nombre. Creo que le ha impresionado más que el Zoo, claro que ahora es más mayor.

Así que si buscáis plan para un día de lluvia, este puede ser un buen destino.

¡Tú a la cama, yo al sofá!

Nadie  dijo que la convivencia en pareja, fuera fácil,  ¿o, si? y nada tiene que ver, creo yo, con el amor.

Cuando te vas a vivir con alguien se produce una etapa de adaptación, que cada pareja vive de una manera. Las hay que enseguida se acoplan, y apenas notan el cambio, y a otras, les cuesta algo más.  Pasan por  ajustes y desajustes, hasta que encuentran el punto, en que ambos se sienten cómodos.

¿Pero, qué ocurre cuando llegan los hijos?, Todo lo establecido hasta el momento, ¿sigue vigente?,  ¿es época de revisión?, ¿es cierto que se discute más?

Este es el debate,  que últimamente tenemos en la oficina, las “madres” opinamos que la pareja se ve afectada con la llegada del bebé y en ocasiones resentida. Se discute más, se tolera menos, aparecen puntos de vista encontrados entre los padres, de cómo enfrentarse,   a todo lo que hace referencia con los peques. Cierto es,  que la falta de sueño, el cansancio, los nervios, juegan en contra, pero puede también, que nos volvamos menos transigentes, que queramos que todo,  se haga a nuestro gusto, y eso,  genera más conflictos.

Las “no madres”, dicen que ellas, no lo entienden, que desde fuera, parece que las mujeres nos quejamos mucho, delegamos poco, queremos ayuda, pero solo a nuestra manera, que no dejamos espacio, para que ellos actúen como  consideren oportuno, que exageramos, que nos alteramos con facilidad.  ¿Es cierto eso?

¿Nos volvemos seres insoportables, histéricos, incomprendidos?, o simplemente es  que,  un elemento nuevo en la ecuación, hace que haya que reformular,  para que se obtenga un resultado satisfactorio.

Y mientras se despeja la incógnita, los desencuentros se producen, los puntos de vista diferentes, parecen más, todo acaba,  en algo parecido a una discusión…

No nos ponemos de acuerdo en nada: ¿Qué le pongo?, (muy abrigado/poco abrigado), ¿qué come? (mucho, poco, nada…le doy entre horas, nada hasta la siguiente comida) ¿a qué hora se va a dormir? (muy pronto, demasiado tarde, no te quedes con él, déjale llorar, no quiero que llore, ya se cansará, no quiero oírlo llorar…) Lo cojo mucho, poco. Lo consientes demasiado, la culpa es tuya de las rabietas, tiene mamitis,papitis, abuelitis…¡lo tienen todo!…y un sinfín de pequeñas disputas,  por las cosas más insignificantes.

¿Es realmente tan difícil, criar a unos hijos,  sin conflictos cotidianos?, quizás parezca más de lo que es, y la falta de costumbre, de discrepar con frecuencia, te produzca la sensación,  de vivir en un continuo enfrentamiento.

Puede que solo sea,  cuestión de relajarse, de que cada uno, haga las cosas a su manera,  que tenga su espacio,  eso sí, con unas bases muy claras, para no volver a los peques locos, ellos solo deben recibir el mensaje final, el que,  ambos han aprobado como válido.

Y puede que sea así de sencillo, pero hay días, en que el agotamiento físico y mental, hace mella, y solo queda eso de: ¡Tú a la cama, yo al sofá!

Sí,  soy rara, de elegir, prefiero, el sofá, tengo la tele, y así distraigo  la mente.  Soy de las que me da mal rollo, meterme en la cama triste, enfadada, o disgustada, nunca consigo descansar.

Y llamarme ingenua, pero creo que esto,  se puede hacer sin tanto desencuentro, siempre quedará mañana, para hacerlo mejor, más tranquilos, más serenos, para aprender de lo que funciona, desechar lo que desgasta y  buscar eso tan deseado, que Platón, tuvo la poca delicadeza,  de decirnos que era lo ideal: El equilibrio.

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De mayor quiero ser….

Supongo que todos en algún momento de nuestra infancia, hemos soñado con lo que nos gustaría ser de mayores.  Yo le dije eso a mi madre, eso  de: “mamá quiero ser artista”, y lo intenté, así  me luce el pelo…

Tenedor, sin que nadie le preguntara, me dijo, entre otras cosas,  que quería ser , un Dinosaurio, un oso Panda, y hasta un camión volquete, creo que a sus tres años, no acaba de tener claro el concepto,  o puede que  me salga, paleontólogo, veterinario, o camionero…

Y mientras por un lado, me río de sus ocurrencias, por otro no puedo evitar  preocuparme por su futuro, por sus estudios.

Y si, falta mucho para que tome esa decisión, pero desde la primera elección del colegio, marcamos un rumbo, bastante me constó decidirme, y no voy a reiterarme en el tema, pero sí insisto, en que las reformas y recortes sobre Educación, no me dejan dormir muy  tranquila.

Yo estudié en un colegio público, y fui a la Universidad gracias a una Beca escolar, puede que ahora,  ese título, no me sirva de mucho, pero tuve la oportunidad de sacarme una carrera.

¿La tendrá Tenedor?, ¿tendré que pedir un préstamo para que acuda a la Universidad?, ¿será esta,  un lugar para niños ricos, en lugar de para niños capaces, con aspiraciones, con ganas de labrarse un futuro, en una sociedad cada vez más cerrada?

¿No deberíamos poner todos nuestros recursos, y nuestros medios, para criar una población preparada, motivada,  con afán de superación? ¿Son estos niños, a los que les estamos complicando su formación, los que deben asegurar nuestras pensiones?, ¿A qué clase de trabajo van a aspirar?

Por muchas vueltas que le doy, no soy capaz de comprender, como vamos a ser más competitivos, como vamos a estar más preparados, si cada vez,  invierten menos en ello, ponen más trabas, y se quitan las pocas ayudas que ya había. ¿No es esto una discriminación, una desigualdad total de oportunidades? Así, no estudia el más inteligente, el que más horas dedica a su formación, sino, el que tenga suerte, de tener un padre con muchas cifras en su nómina.

Vamos a acabar siendo un país de incultos, o de padres hipotecados por los estudios  de sus hijos, o uno, en el que,  solo  los ricos se formen y tengan oportunidades, y los memos apoderados se conviertan en mano de obra barata, desperdiciando en cada esquina,  mucha gente válida. El indomable Will Hunting dejará de ser un guión de cine, para ser una realidad…

Yo quiero, que Tenedor de mayor, sea una persona con valores, con posibilidades, comprometido, con inquietudes, con sueños alcanzables, con metas, con objetivos, con criterio, con opiniones propias, capaz de  tomar decisiones, con acceso a una Educación que le permita elegir un futuro, aunque luego cambie de rumbo.

Quiero que sea una persona buena,  con  energía, que defienda sus derechos, que crea en una sociedad mejor, y para ello debo darle ejemplo, debo inculcar en él,  las bases para conseguirlo, y debo levantar la voz, para que no le cierren puertas, para que quede claro, que no estoy conforme con estos cambios,  que no benefician a quién quiera estudiar, sino a quién pueda pagarlo.

 

SOSPECHOSO HABITUAL

Lleva unos días rondándome en la cabeza, un pequeño conflicto escolar, que me ha hecho pensar más de la cuenta.

Desde los primeros días de colegio, Tenedor, me había contado que en su clase, hay un niño, que se llama como él, pongámosle X, que pega al resto. Esto en un principio, no me ha parecido nada relevante, ¿qué niño,  no pega, muerde, araña, en un  momento determinado?, pensé que sería algo puntual.

Un día en la fila, recogiendo a Tenedor, le llamé por su nombre, y una madre, me miró seriamente, y me preguntó: ¿qué apellido tiene X?, cuando le contesté,  me dijo:¡ ahh es X “el bueno”!, por un momento, confieso,  que me sentí aliviada de que ese,  fuera el mío, pero ¿qué pasa con el otro?, ¿ ya todo los niños, tienen identificado al malo de la película?

Hablando con otras madres, he descubierto, que todas se quejan de que sus hijos,  aparecen con moratones, provocados por la ira descontrolada, de este pequeño ser de 3 años. Sus patadas, puñetazos, e incluso objetos voladores,  que impactan contra las cabezas del resto de sus compañeros, son los responsables. Una de ellas,  me dice que su hija se despierta de madrugada gritando: ¡no me pegues X, no me pegues!, y se echa a llorar desconsolada. Y que coge la cabeza de las muñecas y las golpea contra la pared, diciendo que eso, es lo que hace con ella, este compañero.

Todos estos hechos, no me infunden nada de tranquilidad, por ahora Tenedor, me ha contado que ve como  pega a sus compañeritos  y que a veces a él también, y con lágrimas en los ojos, me dice que no quiere ser su amigo, porque siempre golpea y hace daño.

¿Qué se hace en estos casos?, ¿es posible que un niño con tan corta edad, ya sea potencialmente peligroso?, ¿es solo una manera de llamar la atención?, ¿una falta total de saber sociabilizarse?

Dicen que tiene un hermano, con siete años, que es el terror de la urbanización, y que se dedica a pegar a todos los niños, ¿será pues el comportamiento de X, el resultado de copiar el modelo que tiene en casa?

¿Qué puede hacer la madre?, Yo en su lugar,  me sentiría muy frustrada y desesperada, sabiendo que estoy en el punto de mira, del resto de las madres por el mal comportamiento de mi hijo.

¿Qué más le podemos pedir a la profesora? No puede aislar al niño, porque el objetivo debe ser,  que se integre y que aprenda a convivir con el resto de la clase sin violencia, pero hasta entonces, ¿debemos callar y aguantar?

Espero que esto se reconduzca y que consiga modificar el comportamiento de este pequeño, porque por un lado, no me apetece estar sufriendo por Tenedor, y por otro lado, me parece muy triste, que un niño desde tan pequeño, ya esté marcado por el resto de compañeros y padres.

De charla con: Madresfera y Amaya Terrón, las rabietas infantiles.

Desde que soy madre, incluso antes de serlo, ya presentía que la educación del pequeño, era, lo que más dolor de cabeza me iba a dar.

Y  que a medida que creciera, sería algo peor. Poner los límites, las normas, las rutinas, manejar los castigos, las recompensas…Qué palabras usar, que repercusión tendrán  sobre él.

Hasta la fecha, he intentado hacerlo lo mejor posible, pero a partir de los dos años y medio, se ha complicado. Noto que él, quiere marcar sus propios límites, expresa lo que quiere, se va reafirmando como personita, y pide, incluso exige, y las temidas “rabietas infantiles”, han asomado tímidamente la cabeza.

Así que cuando en Madresfera, ofreció la oportunidad, de una charla –café con la psicóloga Amaya Terrón, sobre este tema, me pareció una oportunidad estupenda, para poder conversar con una profesional, sobre este asunto, sobre mis miedos, dudas, y como afrontar esta etapa, tan difícil y crucial.

Llegué a la cafetería La Biela, en la calle  Estébanez calderón 5, nos habían preparado, unas mesas para nosotras. Al empezar al charla, nos invitaron a un café y a unos bollos muy ricos, una atención estupenda.

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Con mi libreta en mano, todo listo para tomar apuntes,  escuchar las experiencias, de las otras madres, un placer conocer, y compartir esa tarde con: parte de Madresfera ( Mónica), mamatambiensabe, No es un desfile de modelos, mimosparamama y pichuflush,

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( Mi libreta de  39 semanas, imprescindible en estos actos)

Como si en clase estuviera, tomé apuntes de las ideas, que me parecieron más importantes. Pasaron las horas volando, escuchando a Amaya, que nos explicó todo con detalle, y contestó a todas nuestras preguntas. Un encanto de persona, tiene una gran capacidad de comunicación, una sonrisa en la cara, palabras tranquilizadoras, y transmite una confianza aplastante.  Sabes que te entiende, como psicóloga y como madre que es. Recomendable 100%.

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Nadie mejor que ella, y sus artículos para hablar sobre el tema, yo os dejo con unas cuantas ideas de las mi agenda, sobre las que pienso trabajar.

La prevención empieza en nosotros mismos.

Absorben nuestra energía.

Por lo que debemos controlarnos, no perder la calma, intentar no gritar, cuanto más lo hagan ellos, más pausadas debemos mostrarnos nosotros.

Para conseguir, que deje de hacer algo, debemos enseñarles,  como se hace bien.

Eso implica un cambio de visión, no hacer hincapié en lo malo, sino mostrar la parte que está bien.

Dar alternativas, las normas deben ser firmes, pero flexibles.

Nos tenemos que ir adaptando,  al crecimiento del peque y a su evolución.

Más que castigar, hay que premiar lo bueno, si castigamos mucho se acostumbran a ello.

A veces castigamos por nuestra propia frustración,  de forma desmedida, más que por lo que realmente han hecho.

Darles mucho cariño, y prestarles atención para que no lo pidan.

Con los hijos no se pelea, se educa.

Si el niño,  consigue con la rabieta lo que busca, lo seguirá haciendo.

La disciplina es básica, igual que la rutina, tienen que tener un guía, y somos nosotros.

Hay que asegurarse, que el niño entiende lo que le decimos, es importante, que en el momento, de dar una norma, exista contacto visual y no haya distracciones.

Esas normas, deben ser cortas y precisas. Algo directo y específico

Los retos que le pongamos deben ser difíciles, pero alcanzables.

Podemos empezar con recompensas tangibles, e ir pasando a las intangibles.

Reforzar el respeto por sí mismo, y hacía los demás, reforzar los positivo y las actividades que hacen bien.

Y como padres, saber que no se puede controlar todo, que somos personas, que estamos aprendiendo y que podemos equivocarnos, y que no pasa nada.

            La culpa no sirve, ni ayuda.

Ahora, a intentar interiorizar la información, ponerla en práctica, asimilar que habrá aciertos y errores, y que forman parte de nuestro crecimiento.

Muchas preguntas en el tintero, muchos temas interesantes, dudas que surgen, deseando, que se organice otra charla, porque si da el aforo, repito seguro!

 

UNA MAÑANA DE CUENTACUENTOS: PABLO ALBO

Domingo por la mañana, frío en la calle, buscando planes para hacer, nos acordamos, como no, de las recomendaciones de  Me gusta mi barrio.

Así que, al Matadero nos fuimos, a la sesión de cuentacuentos de la “Casa del Lector”, con Pablo Albo.

Al principio, nos dijeron que era para mayores de cinco años (no debí leer la letra pequeña), pero finalmente nos dejaron pasar.

Nos dirigimos a la sala “NUBE”, un espacio amplio, lleno de libros, con el suelo enmoquetado, colchonetas a diferentes niveles, un lugar perfecto para estar con los peques, leer  y jugar, me encantó.

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En un alarde de sinceridad, diré,  que no me quedo mucho, con los nombres de los autores infantiles, salvo alguna excepción. Compro los libros por el contenido, sin fijarme en el responsable. Así que, fue una grata sorpresa, que los cuentos allí narrados, fueran de la propia mano del autor, que resultó ser muy gracioso, dinámico y divertido.

Tenedor, aguantó los 45 minutos más o menos,  que tardó en contar unos cuatro cuentos, fue una sesión  en la que nos reímos mucho, y en la que  consiguió que padres e hijos participáramos activamente en todo momento.

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Hemos tenido la oportunidad de conocer al escritor de los libros, algo poco usual, disfrutar de una mañana diferente, y seguir fomentando en el peque el hábito de la lectura, y de los libros, he de decir, que por ahora funciona, le encantan y le entretienen mucho.

Así que lo recomiendo, la próxima, el domingo 20 con Margarita del Mazo, (indicado también para  mayores de 5 años)

Y para los más pequeños (de 1 a 3 años) el domingo 27 a las 12.00h: Una palabra, un sonido, una imagen…

Seguro que todo esto os lo contará con más detalle,” la chica del barrio”, así que no os perdáis su agenda cada semana.

No quería dejar pasar la ocasión,  para contaros esta pequeña salida, que resultó de lo más interesante, creo que es importante hacer estas cosas, aunque sea de vez en cuando, porque a los peques, les sienta fenomenal, y a veces por pereza nuestra, nos quedamos en casa.

¡Ánimo y a la calle ¡

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