¡Tú a la cama, yo al sofá!
Nadie dijo que la convivencia en pareja, fuera fácil, ¿o, si? y nada tiene que ver, creo yo, con el amor.
Cuando te vas a vivir con alguien se produce una etapa de adaptación, que cada pareja vive de una manera. Las hay que enseguida se acoplan, y apenas notan el cambio, y a otras, les cuesta algo más. Pasan por ajustes y desajustes, hasta que encuentran el punto, en que ambos se sienten cómodos.
¿Pero, qué ocurre cuando llegan los hijos?, Todo lo establecido hasta el momento, ¿sigue vigente?, ¿es época de revisión?, ¿es cierto que se discute más?
Este es el debate, que últimamente tenemos en la oficina, las “madres” opinamos que la pareja se ve afectada con la llegada del bebé y en ocasiones resentida. Se discute más, se tolera menos, aparecen puntos de vista encontrados entre los padres, de cómo enfrentarse, a todo lo que hace referencia con los peques. Cierto es, que la falta de sueño, el cansancio, los nervios, juegan en contra, pero puede también, que nos volvamos menos transigentes, que queramos que todo, se haga a nuestro gusto, y eso, genera más conflictos.
Las “no madres”, dicen que ellas, no lo entienden, que desde fuera, parece que las mujeres nos quejamos mucho, delegamos poco, queremos ayuda, pero solo a nuestra manera, que no dejamos espacio, para que ellos actúen como consideren oportuno, que exageramos, que nos alteramos con facilidad. ¿Es cierto eso?
¿Nos volvemos seres insoportables, histéricos, incomprendidos?, o simplemente es que, un elemento nuevo en la ecuación, hace que haya que reformular, para que se obtenga un resultado satisfactorio.
Y mientras se despeja la incógnita, los desencuentros se producen, los puntos de vista diferentes, parecen más, todo acaba, en algo parecido a una discusión…
No nos ponemos de acuerdo en nada: ¿Qué le pongo?, (muy abrigado/poco abrigado), ¿qué come? (mucho, poco, nada…le doy entre horas, nada hasta la siguiente comida) ¿a qué hora se va a dormir? (muy pronto, demasiado tarde, no te quedes con él, déjale llorar, no quiero que llore, ya se cansará, no quiero oírlo llorar…) Lo cojo mucho, poco. Lo consientes demasiado, la culpa es tuya de las rabietas, tiene mamitis,papitis, abuelitis…¡lo tienen todo!…y un sinfín de pequeñas disputas, por las cosas más insignificantes.
¿Es realmente tan difícil, criar a unos hijos, sin conflictos cotidianos?, quizás parezca más de lo que es, y la falta de costumbre, de discrepar con frecuencia, te produzca la sensación, de vivir en un continuo enfrentamiento.
Puede que solo sea, cuestión de relajarse, de que cada uno, haga las cosas a su manera, que tenga su espacio, eso sí, con unas bases muy claras, para no volver a los peques locos, ellos solo deben recibir el mensaje final, el que, ambos han aprobado como válido.
Y puede que sea así de sencillo, pero hay días, en que el agotamiento físico y mental, hace mella, y solo queda eso de: ¡Tú a la cama, yo al sofá!
Sí, soy rara, de elegir, prefiero, el sofá, tengo la tele, y así distraigo la mente. Soy de las que me da mal rollo, meterme en la cama triste, enfadada, o disgustada, nunca consigo descansar.
Y llamarme ingenua, pero creo que esto, se puede hacer sin tanto desencuentro, siempre quedará mañana, para hacerlo mejor, más tranquilos, más serenos, para aprender de lo que funciona, desechar lo que desgasta y buscar eso tan deseado, que Platón, tuvo la poca delicadeza, de decirnos que era lo ideal: El equilibrio.